Pie de atleta

Es una infeccion de la piel que se produce por un hongo. Es sencilla prevenirla tomando precauciones, especiamente en piscinas y gimnasios.
Cuando se habla del pie de atleta, de inmediato muchos lo asocian con una patología de tipo ósea, o de una mutación muscular en los pies de los deportistas por practicar un actividad física intensa. Sin embargo, la realidad de esta enfermedad está lejos de estas posibles acepciones. El pie de atleta está relacionado con una infección epidérmica desencadenada por el accionar de hongos. Eso es todo ?, se preguntarán muchos. No, el pie de atleta es bastante más que un proceso micótico: puede producir una descamación generalizada entre los dedos, la aparición de vesículas, y hasta la posible formación de fisuras dolorosas que impiden el normal desplazamiento. Esta enfermedad suele contagiarse en ámbitos húmedos, especialmente en los vestuarios de clubes, gimnasios y piscinas.




 Primeros síntomas
Esta afección cutánea pude localizarse en uno o ambos pies, específicamente entre los dedos, y en la cara lateral de éstos. Los hongos que provocan esta molesta enfermedad son conocidos en términos dermatológicos como el triohophiton mentagrophites y el triohophiton rubrun. Más allá de estos extraños nombres todo individuo que se contagia la enfermedad siente, como primer síntoma, una persistente picazón, que suele manifestarse por la noche.

Como detectarlo
Es posible que en las zonas mencionadas aparezcan descamaciones en la piel, algunas fisuras, e incluso ampollas muy pequeñas que terminan por abrirse, provocando lesiones con secreción. No obstante el diagnóstico definitivo debe realizarlo un especialista a través de la observación directa vía microscopio, y de la inspección de la zona afectada. Cuando hay pie de atleta, además de los síntomas descriptos, los médicos pueden percibir otras manifestaciones, como maceraciones en la piel, vesículas y, en algunos casos, sobreinfecciones bacterianas.

Es posible evitarlo
Hay que considerar que esta patología es contagiosa, por lo tanto es indispensable tomar ciertos recaudos cuando asistimos a lugares públicos. Los sitios de mayor peligro para el contagio son los que poseen suelo de caucho, y en los que se utilizan tarimas, se comparten duchas, y se prestan sandalias. El contagio puede efectuarse a través del agua, de esponjas, toallas, calzado, o bien por el contacto directo. No hay que olvidar tener una conducta en cuanto a las medidas de higiene, con el fin de evitar el contagio. Algunas de ellas pueden consistir en cambiarse las medias a diario, utilizar calzado con buena ventilación, evitar las zapatillas pesadas, o los de plástico, y secar las zonas interdigitales con atención después del baño, evitando que los pies queden húmedos o mojados. El contagio del pie de atleta es un fenómeno muy común, e inclusive pueden verse casos de autocontagio, en los cuales las lesiones se reproducen a nivel de las manos, o en las uñas. Por este motivo, es preciso abordar la curación de inmediato, una vez detectada la enfermedad.

El tratamiento
La forma de curar el pie de atleta es a través de sustancias antisépticas, en aplicaciones diarias durante algunas semanas.
También consulta médica puede recurrirse a mediacamentos antimicóticos, que se venden en farmacias en forma de pomada, spray o gel. Se aplicación debe efectuarse cuatro veces por día, hasta que los síntomas desaparezcan. Para no volver a infectarse la prevención es esencial: cuidarse en duchas y gimnasios poniéndose ojotas.